Cada paso de esta enmarañada danza
Lo doy con nauseas y sin gracia alguna,
Girando sin aire y avanzando sin confianza,
Dando saltos desordenados y sin soltura.
Como recuerdo constante de este malestar
El cuerpo me duele e impaciente me reclama.
Y es que hoy hasta la muerte se hace desear
Tanto que dispone como tumba mi propia cama.
Y como a un poeta infantil, cruel y sin voluntad
Debo calmarlo con inspiración, azar y fantasías.
Pero tantos deseos tiene de verme en soledad
Que despliega eficientemente todas sus manías
Contra cualquier ser que pudiera tener el valor
De ver más allá de la tragedia y así poder cantar,
Con guitarra nueva que aporte otro color,
La melodía de mi alegría sin llegar a desentonar.
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